Saturday, July 9, 2011
Thursday, July 7, 2011
DEDICADO A LOS QUE " TODAVIA SE PREGUNTAN" POR QUE ESTA PROHIBIDO OLVIDAR
DEDICADO A LOS QUE " TODAVIA SE PREGUNTAN" POR QUE ESTA PROHIBIDO OLVIDAR?????A LOS QUE CRITICAN A LAS VICTIMAS DEL KASTROCOMUNISMO,A LOS QUE DESEAN SOLO VENTAJAS ECONOMICAS Y NO LIBERTAD PLENA PARA EL PUEBLO CUBANO.....
Desde Facebook , Cary Roque,
Publicado el miércoles 06 de julio del 2011
La Isla del Diablo
Los altoparlantes roncos de La Cabaña, rompieron el silencio de la noche, escupiendo nombres: “Fausto Gutiérrez, Reinaldo Aquít,Juan Müller,Antonio Sower, Raúl Hernandez...” -¡Cordillera para la Isla!-gritaron los presos al unísono. Un día, otro día,distintas fechas, distintos nombres y los lobos de las sombras con electrizantes aullidos siguieron llamando. Con molestos chirridos se abrieron las pesadas rejas. Apresurada recogida de pertenencias y despedida de hermanos. Luces y ruidos de carros. Ocultos en las penumbras y encerrados en camiones, nos alejamos de la Fortaleza del paredón. -”Ajiba,Ajibaaa”- Ladraban los carceleros en lenguaje primitivo.Fusiles y perros. Llegamos al Surgidero de Batabanó.Un barco roto y pestilente.
Hacinados en la bodega del buque sin ver la luz del sol. Doce horas de viaje, arrastrados por un remolcador. Pasaron las horas. ”Llegaron a la Isla del Diablo”, exclamaron los guardias acariciando sus armas.:bayonetas, fusiles y machetes. Isla de Pinos. Frente a nosotros las circulares. Inmensas colmenas agujereadas de pequeñas ventanitas enrejadas.
Gritos y más gritos.Aliento que sopla por las ventanas llenas de brazos. El mundo se hundía a nuestros pies. Plan de Trabajo Forzado, Camilo Cienfuegos. tTraslado del Edificio 5 para las circulares. Aproximadamente 10 presos permanecimos en el Edificio. Traslado de las Circulares para el Edificio 5. Sin escuchar nuestra negación al Trabajo Forzado , nos enrolaron en cuatro grupos: Bloque 19, Bloque 31, Bloque 21 y Bloque 33. Lo mismo sucedió en las circulares.
Comienza el sanguinario trabajo forzado. El Bloque 19 marcó estoicamente el inicio de esta desigual batalla. El Bloque de Los Estudiantes estaba compuesto en su mayoría por jóvenes católicos y educados. A paso de hormiga con la bayoneta ensangrentada en la espalda, jamás claudicaron ante el enemigo. Ellos fueron los pioneros de esta estrategia de lucha y el ejemplo digno a seguir. . Nos golpearon, apuñalaron y asesinaron y nadie nos escuchó.
Alfredo Izaguirre, Servando Infante. “Plantados”, aislados y torturados. Nadie escuchó. Ernesto Díaz, Julio Tang, Danny Crespo, Eddy Molina, Diosdado Aquít…Asesinados en el trabajo forzado.
Y nadie escuchó, pero lo seguiremos repitiendo hasta que todos lo escuchen.
Dr. Gerardo Rodríguez-Capote,
Miami
¿Ghandi o Maceo? (La túnica blanca o el machete redentor)
¿GHANDI O MACEO?
(La túnica blanca o el machete redentor)
Sobre la lucha del destierro cubano contra el castrismo nos quieren hacer creer que esta se ha convertido en la contienda más fácil del mundo. Lo mismo un niño de ocho años que un anciano de cien pueden participar sin problema alguno. Tal parece que esto se ha transformado en “un jamón”.
Nos dicen que: Ya no hay riesgo, ya no hay peligro de que nuestros hijos tengan que jugarse la vida ni nada parecido. Es más, el que simplemente insinúe o promueva la lucha violenta, llena de escollos y peligros, es atacado con toda virulencia. Rápidamente cientos de personas salen a decir: “¡Ya eso se acabó, compadre!”…Entonces, actualmente, ¿qué tienen y deben hacer los miles de exiliados? Casi NADA, o absolutamente cero. ¿Qué sabroso, verdad?.
Cuando indagamos ¿Cúal es la labor que debemos emprender? Nos responden: Aplaudir de lejos a los disidentes, protestar cuando les entran a patadas o cuando caen presos o cuando se declaran en huelgas de hambre. Y, muy importante: Debemos enviar dinero, celulares, computadoras. Por eso les digo que un viejito de 98 años, paralítico, recluido en un asilo de ancianos, puede perfectamente, si tiene un dinerito ahorrado, cooperar en esta nueva ”epopeya heroica”. También los niños pueden abrir sus alcancías y participar.
Ustedes pueden imaginarse las risotadas de los hermanos Castro cuando se reúnen con los miembros de sus “aparatos de inteligencia” y les pregunten “¿Qué es lo que está haciendo el exilio para derrocarnos?” Y Abelardo Colomé, conteniendo la risa, dice: “Ellos están haciendo colectas para ayudar a la disidencia interna, y al final de la jornada, está de más decirles a donde va a parar ese dinero”. Y sorpresivamente el decrépito dictador, incrédulo, da un puñetazo en la mesa y dice: “¡Ustedes me están engañando, no me digan que no existen planes para atacarnos, y no hay nadie comprando un barquito para hacernos unos ataques comandos y tratar de barrernos del mapa!”… Ramiro responde: “No, Comandante, ya esa idea logramos neutralizarla”.
Sí mis amigos, ahora lo que está de moda es convertirse en soporte económico de los que allá discrepan y reciben palos. Del lado de acá tal parece que no es necesario hacer nananina. Sólo aplaudir y que todo el peso de la ”gesta épica” recaiga en Cuba. Yo creo que eso en Inglés sería “pushing bag helpers”. Somos cajas de resonancia de los abusados en la isla.
Usted pregunta: ¿Qué se puede hacer para ayudar a derrocar a la tiranía Y algunos nos contestan: “Muy poquito, lo único que hay que hacer es enviar nuestro aporte a los que se están jugando la vida en Cuba”. Y eso lo puede hacer cualquiera que le sobren 20 dólares.
Y da tristeza pensar: ¡Qué difícil y grandiosa fue para el destierro la gestión guerrera -y cuantos sacrificios se hicieron- y ahora nos quieren meter por la cabeza que en la actualidad la bronca se ha convertido en facilísima del lado de acá !… Y no crean que estoy criticando, simplemente indico lo confortable, para la diáspora, que se ha transfígurado esta confrontación.
Y nos reprochan que no solamente hay que mandar dinero, hay que defenderlos. No importa la basura que digan o hagan determinados discrepantes pacíficos en Cuba, no se pueden criticar. Y desde ese punto de vista algunos opinan que: ¿A santo de qué y por qué criticarlos si los que estamos afuera NO TENEMOS QUE HACER NADA? Es un círculo vicioso además de un plan maquiavélico.
Yo pienso completamente diferente y cuando me dicen: “Tú no hagas nada, no tienes que tirarle ni un hollejo de naranja a la tiranía, la lucha armada es obsoleta, y por lo tanto tú, comiendo filete, no tienes derecho a criticar nada” respondo que yo también puedo disentir y sigo firme en la creencia de que si no desenterramos el hacha de la beligerancia hasta un bobo puede darse cuenta que de esta forma pacífica el próximo en la lista para gobernar por 35 años más es Alejandro Castro Espín. Y nuestros tataranietos van a cooperar desde aquí con los contestatarios tataranietos de los discrepantes actuales.
Y vamos a dejar algo muy claro, para que nadie se confunda:lo que les quiero decir es que desgraciadamente considero que los cubanos del exilio- principalmente la juventud- si queremos ayudar verdaderamente a LIBERAR A CUBA debemos pasar de la protección económica a la acción elicosa. Entre Maceo y Ghandi como guía yo me quedo con el Titán de Bronce.
Tuesday, July 5, 2011
Señor Saladrigas: No cuente conmigo
Monday, July 4, 2011 | Por Vicente P. Escobal
MIAMI, Florida, julio, www.cubanet.org -Bajo el sugestivo título “Cuba y su diáspora: el desafío de facilitar un reencuentro” , el señor Carlos Saladrigas ha convocado a todos los cubanos a una cruzada por la reconciliación, el dialogo y la marcha hacia el futuro, según un trabajo recientemente divulgado por el Suplemento Digital “Espacio Laical”, una publicación del Consejo Arquidiocesano de Laicos de la Arquidiócesis de La Habana.
Inspirado por una urgente necesidad de traspasar las barreras que durante décadas han separado a los cubanos a ambos lados del Estrecho de la Florida, el señor Saladrigas nos ofrece una extensa y variada colección de consejos, exhortaciones, sugerencias e incluso críticas y amonestaciones.
No deseo llevar al terreno de las dudas, ni la confrontación, ni las descalificaciones los buenos designios del señor Saladrigas y su vehemente esperanza por encontrar una solución que destruya esas barreras. Es más, lo acompaño en algunas de sus observaciones porque reflejan pureza y transparencia, rociada por pequeñas gotas de ingenuidad.
Comparto, sobre todo, su análisis sobre la importancia económica y política conquistada por el exilio cubano en el sur de Florida y su diferencia del resto de las olas migratorias que han formado parte de lo que es hoy Estados Unidos. Pero hay algunos pensamientos del señor Saladrigas que, desde mi punto de vista, vale la pena profundizar en ellos.
No se mencionan en “Cuba y su diáspora…” los esfuerzos del régimen cubano encaminados a sembrar la discordia y la desunión entre los que se fueron y los que se quedaron, calificando a aquellos de traidores y a estos de patriotas creando de esta manera una atmósfera que eclipsa todo intento por mantener encendida la llama de la hermandad y la concordia entre los cubanos.
Los que se fueron aun cargan sobre sus hombros el peso del castigo por haber expresado su deseo de emigrar o los ofensivos actos de repudio, las extenuantes jornadas en los cañaverales, la frialdad y fealdad de las mazmorras, las vejaciones y las más sorprendentes violaciones de sus derechos humanos y divinos. Cargan la descarga de los fusiles, el brutal registro de su vivienda, la inolvidable muerte de un ser querido, el despojo de una propiedad bien habida. Cargan los horrores de aquel sistema, no sus errores. Porque todo fue fríamente calculado y ejecutado. Era necesario que la sociedad cubana se sintiera invadida por el más autoritario, espeluznante, inmenso, total desamparo.
A los que se quedaron los educaron en el odio, en espiar y delatar al vecino, en el desprecio a los valores del espíritu. Los enseñaron a repudiar el trabajo honrado y a supeditar las relaciones interpersonales al estrecho ámbito de las posiciones ideológicas. Y, señalémoslo con total franqueza, les avivaron las pasiones más bajas y los instintos más retorcidos: envidia, rencor, intolerancia.
¿De qué materia está conformada la disconformidad de los que se quedaron? ¿Responden a honestos principios éticos y morales o a una extensa penuria de bienes materiales? ¿Se desenlazarán los nudos de los desencuentros, los tabúes y las suspicacias reciprocas a través de raudales de dólares y baratijas? ¿Conseguiría un turismo embriagado de ron, maracas, rumba y cuban señoritas devolverles al cubano su libertad, su independencia y su identidad?
El trillado argumento de los voceros de la tiranía castrista se fundamenta en la teoría de que los cubanos del exilio somos cómplices del pasado, aliados de Estados Unidos en sus hipotéticos proyectos anexionistas, dispuestos a lanzar un zarpazo contra nuestros compatriotas. Culpan al exilio, incluso, de las medidas implantadas por once administraciones estadounidenses.
Por su edad y su experiencia, el señor Saladrigas sabe muy bien que esas medidas corresponden a una decisión unilateral. Estados Unidos tiene sus intereses geopolíticos. El exilio sus valores.
La política de Estados Unidos respecto a Cuba se parece mucho a la promovida por los soviéticos respecto a occidente durante la llamada Guerra Fría, es decir la coexistencia pacífica: te acepto como eres y prometo solemnemente no hacer nada en tu contra. Solo te pido a cambio reciprocidad.
Al concluir la lectura de “Cuba y su diáspora…” me quedó la impresión de que el señor Saladrigas pretende que el exilio pida perdón a la tiranía y se deje rendir por la desidia y la complicidad.
Mucho antes de que el señor Saladrigas incursionara en el movedizo lodazal de las reconciliaciones, el exilio cubano ya había demostrado de mil maneras diferentes su vocación solidaria hacia sus compatriotas de la Isla sobre todo ante las difíciles circunstancias que aparecen luego del paso de un devastador huracán o apoyando las propuestas patrióticas y dignas de la resistencia interna.
Si a lo que se aspira es a “perfeccionar” el comunismo, a entregarles a los verdugos del pueblo cubano una declaración de “perdón y olvido” y traicionar la memoria de nuestros entrañables mártires entonces, señor Saladrigas, no cuente conmigo.
Inspirado por una urgente necesidad de traspasar las barreras que durante décadas han separado a los cubanos a ambos lados del Estrecho de la Florida, el señor Saladrigas nos ofrece una extensa y variada colección de consejos, exhortaciones, sugerencias e incluso críticas y amonestaciones.
No deseo llevar al terreno de las dudas, ni la confrontación, ni las descalificaciones los buenos designios del señor Saladrigas y su vehemente esperanza por encontrar una solución que destruya esas barreras. Es más, lo acompaño en algunas de sus observaciones porque reflejan pureza y transparencia, rociada por pequeñas gotas de ingenuidad.
Comparto, sobre todo, su análisis sobre la importancia económica y política conquistada por el exilio cubano en el sur de Florida y su diferencia del resto de las olas migratorias que han formado parte de lo que es hoy Estados Unidos. Pero hay algunos pensamientos del señor Saladrigas que, desde mi punto de vista, vale la pena profundizar en ellos.
No se mencionan en “Cuba y su diáspora…” los esfuerzos del régimen cubano encaminados a sembrar la discordia y la desunión entre los que se fueron y los que se quedaron, calificando a aquellos de traidores y a estos de patriotas creando de esta manera una atmósfera que eclipsa todo intento por mantener encendida la llama de la hermandad y la concordia entre los cubanos.
Los que se fueron aun cargan sobre sus hombros el peso del castigo por haber expresado su deseo de emigrar o los ofensivos actos de repudio, las extenuantes jornadas en los cañaverales, la frialdad y fealdad de las mazmorras, las vejaciones y las más sorprendentes violaciones de sus derechos humanos y divinos. Cargan la descarga de los fusiles, el brutal registro de su vivienda, la inolvidable muerte de un ser querido, el despojo de una propiedad bien habida. Cargan los horrores de aquel sistema, no sus errores. Porque todo fue fríamente calculado y ejecutado. Era necesario que la sociedad cubana se sintiera invadida por el más autoritario, espeluznante, inmenso, total desamparo.
A los que se quedaron los educaron en el odio, en espiar y delatar al vecino, en el desprecio a los valores del espíritu. Los enseñaron a repudiar el trabajo honrado y a supeditar las relaciones interpersonales al estrecho ámbito de las posiciones ideológicas. Y, señalémoslo con total franqueza, les avivaron las pasiones más bajas y los instintos más retorcidos: envidia, rencor, intolerancia.
¿De qué materia está conformada la disconformidad de los que se quedaron? ¿Responden a honestos principios éticos y morales o a una extensa penuria de bienes materiales? ¿Se desenlazarán los nudos de los desencuentros, los tabúes y las suspicacias reciprocas a través de raudales de dólares y baratijas? ¿Conseguiría un turismo embriagado de ron, maracas, rumba y cuban señoritas devolverles al cubano su libertad, su independencia y su identidad?
El trillado argumento de los voceros de la tiranía castrista se fundamenta en la teoría de que los cubanos del exilio somos cómplices del pasado, aliados de Estados Unidos en sus hipotéticos proyectos anexionistas, dispuestos a lanzar un zarpazo contra nuestros compatriotas. Culpan al exilio, incluso, de las medidas implantadas por once administraciones estadounidenses.
Por su edad y su experiencia, el señor Saladrigas sabe muy bien que esas medidas corresponden a una decisión unilateral. Estados Unidos tiene sus intereses geopolíticos. El exilio sus valores.
La política de Estados Unidos respecto a Cuba se parece mucho a la promovida por los soviéticos respecto a occidente durante la llamada Guerra Fría, es decir la coexistencia pacífica: te acepto como eres y prometo solemnemente no hacer nada en tu contra. Solo te pido a cambio reciprocidad.
Al concluir la lectura de “Cuba y su diáspora…” me quedó la impresión de que el señor Saladrigas pretende que el exilio pida perdón a la tiranía y se deje rendir por la desidia y la complicidad.
Mucho antes de que el señor Saladrigas incursionara en el movedizo lodazal de las reconciliaciones, el exilio cubano ya había demostrado de mil maneras diferentes su vocación solidaria hacia sus compatriotas de la Isla sobre todo ante las difíciles circunstancias que aparecen luego del paso de un devastador huracán o apoyando las propuestas patrióticas y dignas de la resistencia interna.
Si a lo que se aspira es a “perfeccionar” el comunismo, a entregarles a los verdugos del pueblo cubano una declaración de “perdón y olvido” y traicionar la memoria de nuestros entrañables mártires entonces, señor Saladrigas, no cuente conmigo.
Subscribe to:
Posts (Atom)