Thursday, December 26, 2013

¿Es la prensa, capaz de frenar las dictaduras y las barbaries?



“La prensa, es capaz de frenar las dictaduras y las barbaries”
 

Fragmentos:


El Reverendo Martín Añorga aseguró durante el almuerzo de fin de año del Colegio Nacional de Periodista de Cuba en el Exilio (CNP) que el poder de la prensa es tan grande en este siglo que es capaz de frenar las dictaduras y las barbaries.

Igualmente destacó la batalla que libran los periodistas en el exilio donde han logrado en infinidad de ocasiones mostrar al mundo los salvajes atropellos a los derechos humanos por parte de la dictadura comunista que gobierna a la isla.


 RESPUESTA DE ROBERTO A TORRICELLA:


Mi querido y muy respetado amigo Rev. Añorga:
Efectuvamente, "la prensa es capaz de frenar las dictaduras y las barbaries" pero en Cuba, en gran parte, la prensa -y hasta el clero- contribuyeron a traer el castro-comunismo "inventando" que teníamos una "dictadura" como gobierno.
Esta actitud de la prensa y el clero fue asi: 


EL CLERO
Ilustres representativos del clero y otros de “exquisita” sensibilidad, encontraron aceptables los continuos ataques a la vida, a la paz, al orden, a la religión, a la libre determinación ciudadana, a la propiedad, a la cultura, al progreso económico y social, participaron de esas transgresiones y, tergiversando su sentido, convirtieron el crimen en actos heroicos y a los criminales en héroes.
Muchos ejemplos podrían citarse: La explosión de un polvorín “rebelde” destruyó considerablemente la Ermita de la Virgen de la Caridad del Cobre que el gobierno apresuradamente reparó. Antes y después de aquello, el santuario servía de cuartel general del castrismo.
Cuando el Cardenal Arteaga intervino en la guerra civil buscando un arreglo fraternal, todos los grupos políticos acogieron favorablemente la iniciativa, salvo Fidel Castro que la repudió insolentemente. No obstante, prelados y feligreses consideraron como una colaboración con la “dictadura” la noble gestión de Su Eminencia y se solidarizaron con el brulote fidelista, continuando su apoyo al barbudo de la Sierra.
Un simple sacerdote que decía misas en la iglesia de la calle Salud en La Habana, era ayudado económicamente de forma continua por la Primera Dama. En ocasiones, cuando ésta rezaba en ese sagrado recinto acompañada por un grupo de amigas, los rebeldes introducían y escondían armas en la iglesia con conocimiento y aprobación del sacerdote. Al ser esto reportado, se ordenó no se hiciera nada contra el prelado. Una razón del rápido asenso a Obispo de éste sacerdote, se debió a su relación e influencia con Castro.
A pesar de las experiencias vividas en Cuba, éste Obispo, el 19 de noviembre de 1961, prestó nuevamente un gran servicio al castro-comunismo, al dar una conferencia en el Palacio de la Música en Barcelona en donde habló como un partidario defraudado y no como un pastor, al decir: “la iglesia católica protestó durante la dictadura de Batista por los atropellos que se cometían y recibió el fidelismo como una esperanza de reforma social y libertad cristiana”.
Nunca reconoció el Señor Obispo que la protesta del grupo de sacerdotes se debía a que la fuerza pública actuó por reacción defensiva y la actuación de los prelados fue más bien, no con espíritu cristiano, sino con la intención de ayudar al castrismo, estimulando la conducta salvajemente criminal de los terroristas. Al conducirse así, dieron la impresión de que las felonías del castrismo contaban con la licencia eclesiástica y, de hecho, esto no estaba muy lejos de la triste verdad.

LA PRENSA
La prensa escrita, el radio, y la televisión habían adquirido un extraordinario desarrollo. Cuba disfrutó siempre de la libertad de prensa. El Código de Defensa Social era un freno al abuso de la libertad de expresión más, ni los particulares ni los gobiernos, reaccionaban ante los abusos porque en la práctica, era peor. Esa libertad irrestricta, ese poder omnímodo, corrompió totalmente la prensa. La prensa estragó la sensibilidad popular y ese estrago exigía cada vez una nota más alta de sensacionalismo que, acompañado a esa impresión de independencia y el afán de lucro, convirtieron el periodismo en el instrumento de la oposición subversiva. A ésos factores, unióse la amenaza que la oposición ejercía sobre los editores hasta que algunos, al percatarse del caos causado por la acción de sus propios órganos, presionaban al gobierno para que suspendiera las garantías constitucionales y decretara la censura previa. Cuando la fuerza pública los detenía, enarbolaban su condición de periodistas y los organismos oficiales de esa profesión intervenían exitosamente y, asegurándose de esa impunidad, se convertían en agentes directos del comunismo.

DICTADURA O TIRANÍA
¿Qué es dictadura? ¿Qué es tiranía? ¿Qué es despotismo? ¿Hubo en Cuba durante la década de los 50s una situación que teórica o factualmente merezca cualquiera de esos nombres? Obviamente no. Veamos:
Dictadura es la concentración, en bien o en mal, de todos los poderes. ¿Tal era el caso en Cuba? Honestamente, no.
El Congreso ejercía sus funciones con independencia del Poder Ejecutivo y de la judicatura, con una representación oposicionista pequeña debido al retraimiento del Dr. Grau en las elecciones, pero cumplió sus deberes con inteligencia y valor. En oportunidades diversas, leyes-decretos, aprobados por el Consejo de Ministros durante etapas de suspensión de garantías constitucionales y en receso el Poder Legislativo, fueron derogadas por éste al reanudar sus actividades.
El Poder Judicial (cuya independencia es suficiente para asegurar el carácter democrático de cualquier régimen), hubo de desenvolverse sin interferencia alguna, no obstante que su lenidad para con los terroristas constituía un estímulo a la sedición. ¿No se dictaron autos de procesamiento contra algunos miembros de la policía y del ejército por supuestos delitos cometidos al calor de la guerra civil? En ningún momento la estructura gubernamental, la “dictadura”, infringió la independencia del Poder Judicial.
No sólo los tres poderes del Estado eran interdependientes, sino que se desglosaron funciones del Poder Ejecutivo y se los adscribió a numerosos organismos autónomos y paraestatales cuya dirección y funcionamiento estaban a cargo de personas no vinculadas al gobierno.
Tiranía y despotismo poseen como elemento tipificador –adicional al de la dictadura- el ejercicio injusto, abusivo, anonadante de esos poderes. Contestemos con algunas interrogantes: ¿Por qué sobrevivieron Fidel y Raúl del asalto al Cuartel Moncada? ¿Por qué fueron excarcelados mucho antes de cumplir la sanción que le impusieron tribunales ordinarios? ¿Por qué la revista “Bohemia”, órgano del fidelismo, y otros, disfrutaron de las ventajas ofrecidas por bancos paraestatales creados por la “tiranía”? ¿Por qué la generalidad de los dirigentes terroristas y conspiradores claves que estuvieron en poder de la policía sobrevivieron a la “brutalidad” de ésta? ¿Por qué algunas entidades y empresas no fueron objeto de ataques o desaparecieron en aquella época a pesar de la ayuda notoria que prestaban al castrismo? ¿Por qué líderes oposicionistas recibían en el exilio las caudalosas rentas de sus propiedades? ¿Por qué periódicos, revistas, estaciones de radio y de televisión que alentaban la guerra civil no fueron allanados y destruidos sus maquinarias y mobiliario? Cualquiera que sea la respuesta, tendrá que aparecer en ella un elemento: la falta absoluta de crueldad, de prepotencia y de abuso por el gobierno existente.
¿Dónde está, pues, el dictador o el tirano?

Sabe usted, mi muy estimado amigo Añorga, que se le quiere y respeta y aprovecho para desearle un muy Feliz Año Nuevo.