La policía empleó gases lacrimógenos, chorros de agua y perdigones, siguiendo las órdenes impartidas por el régimen de "duro con ellos...".
El gobierno a su vez seguía ciegamente las directrices del enviado del diablo, Ramiro Valdés, de proceder con la máxima dureza contra las protestas del movimiento estudiantil.
Fue así como las unidades anti motines reprimieron con saña a cientos de estudiantes universitarios que intentaron marchar hacia la Asamblea Nacional-- muchos usando guantes o pintura blanca en las manos, donde han impreso el símbolo de la paz para indicar que sus demandas y su actitud son pacíficas-- y donde tenían previsto manifestarse en contra de la situación de caos que vive Venezuela.
"La barreta" fue que no teníamos permiso para realizar la marcha, me dice Juan Carlos Martel al describirme lo ocurrido en un correo electrónico. Quieren detenernos impartiendo el miedo, pero nosotros sabemos que si nos dejamos dominar, estamos perdiendo la lucha para que se oigan nuestras demandas que son muy simples: Presidente, gobierne para todos los venezolanos y no para un grupito y para beneficio de Cuba y sus amigotes".
La indignación de Juan Carlos se puede sentir en decenas de mensajes que recibo desde Venezuela.
El disgusto se ha generalizado con la llegada de Ramiro Valdés, cuyo propósito fundamental es "apagar la luz" de la resistencia opositora.
Hay temor en el gobierno de Miraflores frente a las protestas, que se estaban poniendo cada vez más osadas.
Un Hugo Chávez lleno de temor dirigió su gemido hacia La Habana pidiendo ayuda y refuerzos. De allí, prontamente, le enviaron lo mejor que tienen en materia de represión:
Ramiro Valdés, el hombre que ha sido efectivo en el control del descontento en Cuba por más de medio siglo, a través de fusilamientos, torturas y cárcel.
Este de inmediato se puso a la tarea y ordenó que se reprimiera la marcha en Caracas a toda costa.
Más una veintena de jóvenes y otros manifestantes resultaron lesionados, la mayoría con asfixia por los gases los golpes propinados por la policía.
Los dirigentes estudiantiles afirmaron que, como venezolanos de acuerdo con la constitución, tenían el derecho de organizar protestas pacíficas y se quejaron de que las autoridades leales a Chávez a menudo les niegan el permiso para realizar manifestaciones.
Mientras era disuelta la marcha opositora, los partidarios del régimen manifestaron sin problemas --y sin permiso-- al conmemorar el fallido golpe de Estado que encabezó Chávez hace 18 años y que dejó un saldo de 17 militares y 80 civiles muertos y 51 heridos.
Chávez condecoró por la ocasión a varios oficiales a los que, como teniente coronel, comandó en la intentona golpista del 4 de febrero de 1992 para derrocar a Carlos Andrés Pérez y que lo catapultó a la fama.
Lleno de un falso orgullo declaró por la consabida cadena de radio y televisión:
"Soldados de todas las jerarquías sintámonos hoy más que nunca orgullosos del camino recorrido... 18 años estamos hoy conmemorando, unidos aquí pueblo y fuerza armada, mirando el pasado, conscientes del presente y sobre todo comprometidos con el porvenir, con la revolución socialista que comenzaba entonces ese 4 de febrero".
La famosa frase de Chávez: "...por ahora " pronunciada en ese fallido golpe contra Carlos Andrés Pérez todavía retumba en Venezuela, donde el Presidente ejerce con renovada venganza su mandato sólo para sus seguidores... que lo apoyan por los beneficios que reciben a costa del resto del pueblo.
Hoy a Hugo Chávez Frías, sólo las Manitas Blancas lo separan del absolutismo total, de ahí su terror y su grito de auxilio hacia el régimen de La Habana, que con él tiene la burbuja de oxígeno, necesaria para seguir subsistiendo.
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