The Washington Post
lunes, 20 de Septiembre 11:22 AM
Traducción: Angélica Mora
Apuntes de una Periodista
DESPIDOS EN CUBA
Raúl y Fidel Castro se encuentran en un atolladero. Los “gerontocráticos“ gobernantes de Cuba se enfrentan a la peor crisis económica en décadas. La producción de alimentos está en declive, la última cosecha de azúcar fue la peor en cien años y sólo miles de millones en subsidios de Venezuela proporcionados por el errático Hugo Chávez están manteniendo el país a flote. Sin embargo -Raúl de 79 años y Fidel de 84 están determinados a preservar tanto como sea posible el fallido sistema socialista- y no tienen intención de permitir cambios de libertad política.
Por eso, los hermanos han proyectado una serie de medidas económicas restringidas y amagos políticos en la esperanza de parchar el régimen sin tener que cambiarlo. Esto último se produjo la semana pasada con el anuncio que 500 mil trabajadores- el 10 por ciento de la fuerza laboral del país- serían despedidos de sus puestos laborales. Algunos serán desviados directamente al sector privado transformando pequeños negocios del estado en cooperativas privadas, mientras que el resto se espera que encuentre empleo en una esfera ampliada de "trabajos por cuenta propia", donde los cubanos tienen licencia para laborar en profesiones como reparaciones de juguete y creadores de piñatas.
Algunos analistas sobre Cuba han proclamado que éste es el cambio más grande que se ha programado desde la década de los 60 y predicen que Cuba se parecerá muy pronto a China y Vietnam, países capitalistas gobernados por regímenes dictatoriales. En realidad, los Castro parece que intentan algo parecido a las reformas de emergencia que fueron introducidas a principios de 1990, luego del colapso de la Unión Soviética. Al empleo particular le fue permitido expandirse entonces, pero fue estrictamente controlado. En esta instancia, también, el régimen espera colmar al nuevo sector privado con regulaciones e impuestos y no tiene planes de proveerle de capital, acceso o material o inversiones extranjeras.
Como es de esperar, los que disculpan a los Castro y los que propician negocios agrícolas en los Estados Unidos aplaudieron estas medidas a medias de La Habana renovando los llamados para que se levante lo que queda del embargo comercial con Cuba o por lo menos poner fin a las restricciones a los viajes. Esto también es parte de la estrategia de los Castro. El régimen ha venido lentamente excarcelando a los prisioneros políticos y enviándolos al exilio otra concesión limitada que ya había hecho anteriormente- con la esperanza que la administración Obama responderá y que una ola de turistas estadounidenses llegará con los dólares que ellos necesitan desesperadamente. En realidad, se ha dicho que la Casa Blanca está planeando la liberalización de las restricciones a los viajes, aunque no un levantamiento de las prohibiciones al turismo.
Esta clase de ajuste, que retornaría la política de los Estados Unidos a como estaba durante la Administración del Presidente Bill Clinton, podría ser la mejor respuesta a las medidas a media de los Castro. Cambios fundamentales en la política de Estados Unidos hacia Cuba deben esperar reformas fundamentales de parte del régimen. Cuando al común de los cubanos se le permita el derecho a la libre expresión y a reunirse libremente, junto con el poder cortar el pelo y podar las palmeras, ese será el tiempo para que los turistas americanos y hombres de negocios regresen a la Isla.
lunes, 20 de Septiembre 11:22 AM
Traducción: Angélica Mora
Apuntes de una Periodista
DESPIDOS EN CUBA
Raúl y Fidel Castro se encuentran en un atolladero. Los “gerontocráticos“ gobernantes de Cuba se enfrentan a la peor crisis económica en décadas. La producción de alimentos está en declive, la última cosecha de azúcar fue la peor en cien años y sólo miles de millones en subsidios de Venezuela proporcionados por el errático Hugo Chávez están manteniendo el país a flote. Sin embargo -Raúl de 79 años y Fidel de 84 están determinados a preservar tanto como sea posible el fallido sistema socialista- y no tienen intención de permitir cambios de libertad política.
Por eso, los hermanos han proyectado una serie de medidas económicas restringidas y amagos políticos en la esperanza de parchar el régimen sin tener que cambiarlo. Esto último se produjo la semana pasada con el anuncio que 500 mil trabajadores- el 10 por ciento de la fuerza laboral del país- serían despedidos de sus puestos laborales. Algunos serán desviados directamente al sector privado transformando pequeños negocios del estado en cooperativas privadas, mientras que el resto se espera que encuentre empleo en una esfera ampliada de "trabajos por cuenta propia", donde los cubanos tienen licencia para laborar en profesiones como reparaciones de juguete y creadores de piñatas.
Algunos analistas sobre Cuba han proclamado que éste es el cambio más grande que se ha programado desde la década de los 60 y predicen que Cuba se parecerá muy pronto a China y Vietnam, países capitalistas gobernados por regímenes dictatoriales. En realidad, los Castro parece que intentan algo parecido a las reformas de emergencia que fueron introducidas a principios de 1990, luego del colapso de la Unión Soviética. Al empleo particular le fue permitido expandirse entonces, pero fue estrictamente controlado. En esta instancia, también, el régimen espera colmar al nuevo sector privado con regulaciones e impuestos y no tiene planes de proveerle de capital, acceso o material o inversiones extranjeras.
Como es de esperar, los que disculpan a los Castro y los que propician negocios agrícolas en los Estados Unidos aplaudieron estas medidas a medias de La Habana renovando los llamados para que se levante lo que queda del embargo comercial con Cuba o por lo menos poner fin a las restricciones a los viajes. Esto también es parte de la estrategia de los Castro. El régimen ha venido lentamente excarcelando a los prisioneros políticos y enviándolos al exilio otra concesión limitada que ya había hecho anteriormente- con la esperanza que la administración Obama responderá y que una ola de turistas estadounidenses llegará con los dólares que ellos necesitan desesperadamente. En realidad, se ha dicho que la Casa Blanca está planeando la liberalización de las restricciones a los viajes, aunque no un levantamiento de las prohibiciones al turismo.
Esta clase de ajuste, que retornaría la política de los Estados Unidos a como estaba durante la Administración del Presidente Bill Clinton, podría ser la mejor respuesta a las medidas a media de los Castro. Cambios fundamentales en la política de Estados Unidos hacia Cuba deben esperar reformas fundamentales de parte del régimen. Cuando al común de los cubanos se le permita el derecho a la libre expresión y a reunirse libremente, junto con el poder cortar el pelo y podar las palmeras, ese será el tiempo para que los turistas americanos y hombres de negocios regresen a la Isla.
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