Por Julio César Gálvez
Documento firmado por José Martí y Máximo Gómez. Español: Documento
firmado por José Martí y Máximo Gómez. (Photo credit: Wikipedia)
Sección: Una isla perdida en el mar.
“ Para los fieles vengan tarde o temprano,
guarda Cuba todo su amor. Para los
incapaces amarla y servirla, basta con el
olvido ”
F
rescas aun cuando cayó en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895, estas palabras de José Martí,
señalan en toda su dimensión la grandeza de alma y pensamiento y el
amor por la tierra que vio nacer al más universal de todos los cubanos.
Pasadas las diez de la noche del 11 de abril de 1895 arribaba a Playitas
de Cajobabo, en la actual provincia de Guantánamo, en unión del
Generalísimo Máximo Gómez, Paquito Borrero, Ángel Guerra, César Salas y Marcos del Rosario.
En carta a Gonzalo de Quesada
y Benjamín Guerra, el Maestro recuerda: “ ( … ) recogimos en Inagua el
bote, y el 11, a las 8 de la noche: negro el cielo del chubasco, vira el
vapor, echan la escala, bajamos, con gran carga de parque, y un saco
con queso y galletas ”.
“ ( …) a las dos horas de remar saltábamos en Cuba ( … ) en la costa
había luces. Llevé el remo de proa. La dicha era el único sentimiento
que nos poseía y embargaba ”
“ Me quedo en el bote el último, vaciándolo. Salto. Dicha grande ”. Gómez besó la arena al poner su pie sobre ella.
El mar erizado y embravecido recibió a los seis improvisados marineros, a
quienes partió en dos el timón de la pequeña barca. ¿ Futuro presagio
de los acontecimientos? Quizá, o simples especulaciones.
La gloria genuina inherente a José Martí, el más grande cubano de todos
los tiempos, lo trajo de regreso a su Patria a cumplir su legado como
hombre y ciudadano. No hubo razón alguna ni convencimiento que lo
alejara de la hora del cumplimiento del deber. Ya estaba en su adorada
Cuba.
Martí desembarcó con un fusil Winchester 32 modelo 1873, el preferido de
los tiradores expertos de finales del siglo XIX. ¿ Había realizado
prácticas de tiro con este fusil antes de arribar a costas cubanas ? ¿Se
lo escogió Máximo Gómez ? Poco se sabe al respecto.
Especialistas militares y estudiosos de la obra y la vida del Apóstol
coinciden en afirmar que el combate de Dos Ríos, si bien tuvo gran
significado por la muerte de Martí, no tuvo gran importancia desde el
punto estrictamente militar.
Varias versiones sobre los hechos difieren en pequeños detalles, pero
coinciden en lo esencial, sobre todo, en la manera de la muerte de José
Martí.
¿ Buscaba Martí la muerte en combate ? ¿ Se lanzó al suicidio ante las
discrepancias con los jefes militares de la guerra ? ¿ Fue la fogosidad
de su caballo Baconao el que lo hizo meterse sin pretenderlo entre las
tropas españolas ?
Cierto es que Baconao era un caballo brioso e incontrolable. Padecía del
mal de asustarse y desbocarse, pero Martí, aunque no era un jinete
consumado tampoco era inexperto. Raro el hombre de esa época que no
supiera montar a caballo.
Hablar de suicidio es algo más que impensable. Es desconocer el carácter
y la integridad de Martí. De lanzarse al sacrificio jamás hubiese
conminado al joven subteniente Ángel Guerra a seguirle, su acompañante
en los momentos de la tragedia. Para un hombre de su ética hubiera sido
agraviante e injusto arriesgar una vida ajena en un destino enteramente
propio y personal.
Estaba preparado para afrontar los serios y graves problemas y
contratiempos que le estaban destinados en toda su vida. Jamás se le vio
flaquear, echar atrás o desviar la ruta. Siempre fue un luchador que se
enfrentó con nervio y temple a la adversidad. Para el la meta resultaba
más importante que el camino. En este sentido sus discrepancias con
otros jefes militares sobre la forma de hacer la guerra y el gobierno de
la República en Armas, estaban claras y definidas. Lo primero era la
independencia de Cuba de la metrópoli española. El camino era largo y el
tiempo apremiaba.
Sin tomar en cuenta las disposiciones de Máximo Gómez cuando casi le
ordena: “ Hágase usted atrás, Martí, no es ahora este su puesto ” para
preservar su vida, ante la inesperada aparición de una columna española
que dirigía el coronel Ximénez de Sandoval, que rastrillaba la zona
donde estaban acampados los cubanos, montó sobre su caballo y se
incorporó al combate como otro mambí más.
Quizá Martí detuvo un tanto su caballo mientras Gómez lo pierde de
vista, concentrada su atención en las tropas contrarias, pero en una
reacción muy propia en medio de un combate, se lanza al galope contra
las líneas españolas hasta colocarse a unos 50 metros a la derecha y
delante del Generalísimo, convirtiéndose en un blanco perfecto de la
avanzada enemiga, oculta entre los matorrales. Las balas se ceban sobre
el cuerpo del Apóstol, siempre vestido de negro, que se desploma entre
un dagame seco y un fustete caído. El desenlace fatal apaga su vida pero
no su discutida presencia en este mundo.
Julio César Gálvez.
No comments:
Post a Comment