Manuel estaba en la cárcel de Boniato, en Santiago de Cuba, a casi 900 kilómetros de nuestro hogar en la Habana. Nuestro hijo Gabriel le echaba mucho de menos. Ellos acostumbraban jugar todas las tardes. Practicaban el béisbol, el balompié o se iban a nadar a la costa, de donde vivíamos muy cerca. Para Gabriel la separación fue muy dolorosa. Manuel no sólo era su padre, era también su amigo. En los minutos que le daban para que habláramos por teléfono se lo conté.
Entonces Manuel le escribió esta carta al niño:
Cárcel de Boniato, 22 de abril de 2004.
Sr: Gabriel Vázquez Huerga Hijo:
¿De dónde te salen esos versos, desgarrados y desgarradores, que me enviaste?
¿Será verdad que la poesía tiene como manantial el dolor?
¿Qué no diera yo porque fueras un poeta sin los halos conque adornan al alma las tristezas?
Pero "el amor, Gabriel, es dulce y espinoso" y la poesía es, sobre todo, amor.
Pero no estés triste. La tristeza es una enfermedad que padecen los débiles.
Mira, te transcribo unos versos que el poeta español Miguel Hernández le escribió a su hijo cuando él -el poeta- estaba preso en una cárcel franquista.
Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca
Es tu risa la espada más victoriosa, vencedor de las flores y las alondras, rival del sol, porvenir de mis huesos y de mi amor.
Desperté de ser niño, nunca despiertes. Triste llevo la boca, ríete siempre.
Siempre en la cuna, defendiendo la risa pluma por pluma. No te derrumbes, no sepas lo que pasa ni lo que ocurre.
Eso también quiero de ti y para ti. Juega, ríete, estudia mucho. Los libros son el mejor bálsamo para las heridas, la sabiduría que alcances en ellos te hará bello y fuerte, probo y justo.
Yo no estoy triste, porque te tengo, y tengo a esa bondad y reciedumbre que es tu mamá.
Somos inderrotables, contra el amor todo mal se estrella. No estés triste.
Escribe, como has hecho con esos versos que ¡ya quisiera yo haberlos escrito a los diez años de edad!
Pero no estés triste, que tu poesía sea como un dulce látigo cayendo sobre el lomo fiero de quien te provoque el dolor, y como una caricia a los oídos de quien te ama.
La poesía es tralla y flor.
Ojalá sólo tengas que usarla como flor, por ello lucharé sin cansancio. Decirte qué me parecieron tus versos sería una tontería.
Esos versos son hijos de tu dolor, nietos de los míos, son bellos, inmejorables, por lo menos, a los ojos de este abuelo que te vio, como padre, balbucir las primeras palabras, y ahora escucha a los nietos, dados por el hijo poeta, a un abuelo chocho. Sueña y escribe.
¡Qué dichoso eres, a los diez años ya tienes novia, versos y dolores! Te ama Papá.
Hoy, releyendo la carta, como alguna vez hice en los Tés literarios en casa de Laura, decidí dedicarles el poema de Miguel Hernández, cantado por Joan Manuel Serrat, a todos los hijos y nietos de los presos políticos cubanos, especialmente de los 53 que del Grupo de los 75 aún permanecen en las cárceles.
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