A PASO DE TORTUGA... O JICOTEA

Angélica Mora
Nueva York

Apuntes de una Periodista

Estamos iniciando el mes de junio y el gobierno de Cuba -después de haber agitado la bolsa con las fichas del juego- está procediendo a desplazar algunas piezas.
La movida, es para dar a entender a quienes lo observan internacionalmente, sobre sus llamadas buenas intenciones.

Varias fuentes dentro de Cuba informaron este martes que seis presos políticos cubanos han sido trasladados a sus respectivas provincias.

La misma Iglesia Católica, que ha estado sentada a la mesa del juego desde el comienzo, confirmó en un comunicado la información del traslado de la media docena de reos de conciencia. El rumor ya rodaba desde temprano entre la disidencia, sin confirmación oficial.

Fue el propio Cardenal, Jaime Ortega, quien indicó a través del documento que los "prisioneros" trasladados son Félix Navarro, José Luis García Paneque, Iván Adolfo Hernández Carrillo, Diosdado González Marrero, Arnaldo Ramos Lauzurique y Antonio Ramón Díaz Sánchez, encarcelados desde el 2003 en la ola represiva del régimen conocida como "Primavera Negra".
El comunicado agrega que el gobierno de La Habana informó directamente al Cardenal Ortega de los traslados.

Los cambios, a cuenta gotas, pueden llegar a 15 o 20 prisioneros políticos, según el portavoz de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, (CCDHRN), Elizardo Sánchez SantaCruz.
Varios disidentes -que hablaron conmigo- no han querido expresar falsas esperanzas ni comentarios para no dañar las frágiles negociaciones, que han estado plagadas de misterio, intriga y desinformación.

Sin embargo, expresan que los traslados no representan cambios de verdad, porque lo que se ha hecho es sacar a un preso de una cárcel para llevarlo a otra. El único posible alivio es que van a estar cerca de su familiares, quienes no van a tener que viajar de un extremo a otro de la Isla para verlos, cuando las autoridades carcelarias lo permitan.

Esta primera movida de las piezas por parte del régimen es lenta y no ha habido real avance en la situación de los recluidos.

Solamente cuando salgan todos los que injustamente están presos, sólo entonces se puede hablar de un avance.

Por ahora, es tratar de medir el lento paso de un morrocoy en la arena.