Por Israel Nunez
Hace
muchos anos,Miami era la Capital del Exilio Cubano, el regimen le
temia, alli se concentro las voces mas fuertes del Exilio, los cubanos
creian en la futura victoria, respondian activamente contra cualquier
cosa que tratara de dañar sus principios, existio un hombre, que se hizo
oir, Jorge Mas Canosa pero murio.. Un dia, todo empezo a desaparecer,
los hombres dejaron de creer y las voces se
fueron apagando, la gente dejaron de creer en los lideres del exilio,
la radio, la television, y todos los medios, parecian apoyar a un
regimen que era odiado anteriormente, artistas de alla ocuparon los
Centros Nocturnos, Cuba se traslado a los Estados Unidos y por doquier
se oye la defensa a las conquistas de la Revolucion, cientos de miles
de cubanos visitan anualmente alla donde vive su enemigo. Algo ha
pasado, Castro introdujo su Caballo de Troya en el exilio.
El caballo de Troya.
Había una vez un rey llamado Príamo. Era el rey de Troya, una ciudad grande y amurallada. Príamo tenía dos hijos varones: Paris y Héctor. Paris era famoso por su belleza y Héctor se distinguía por su valor.
Un día, el príncipe Paris fue a la ciudad de Esparta y conoció allí a la mujer más bella de toda Grecia. Se llamaba Helena y era la esposa del rey Menelao. Paris quedó encantado por la belleza de Helena y decidió llevársela consigo a Troya.
Cuando el rey Menelao se enteró de que habían raptado a su esposa, lleno de furia convocó a todos los reyes de Grecia a declarar la guerra. Reunieron más de mil naves y muchísimos soldados y zarparon hacia Troya, desembarcaron frente a sus murallas y rodearon la ciudad.
Durante el día atacaban; por la noche descansaban para recuperar sus fuerzas. El griego más valiente era Aquiles. El más valiente de los troyanos era Héctor, hermano de Paris. La lucha era tan pareja que iban ya diez años de guerra y no había un ganador. Los soldados griegos, cansados de luchar, empezaban a pensar en volver a sus hogares.
Ulises, uno de los reyes griegos, no quería retirarse sin ganar y tuvo una idea. Siguiendo sus indicaciones, los griegos construyeron un enorme caballo de madera que tenía una escotilla escondida en el flanco derecho y en el izquierdo tenía grabada la frase: «Con la agradecida esperanza de un retorno seguro a sus casas después de una ausencia de nueve años, los griegos dedican esta ofrenda a Atenea», y dentro de él escondieron a muchos soldados. Todos los demás se subieron a sus barcos y simularon que volvían a Grecia, pero realidad, sólo fueron hasta una isla cercana.
Al ver esto, los troyanos grandes creyentes en los dioses, cayeron en el engaño. Lo aceptaron para ofrendarlo a los dioses, ignorando que era un ardid de Odiseo, el capitán de los griegos para traspasar sus murallas. Salieron de la ciudad a festejar y fueron hasta la playa. Todos se preguntaban qué significaba ese enorme caballo de madera.
Sinón, un espía griego, convenció a los troyanos para que metieran el caballo, explicándoles que era un regalo de Poseidón para Atenea (diosa de la guerra). Por la noche los troyanos decidieron entrar el caballo a la ciudad. Para ello, por su tamaño. tuvieron que romper parte de la muralla. Lo pusieron en la plaza central.
Hicieron una gran fiesta. Tomaron mucho vino, comieron y bailaron, sin imaginar lo que iba a suceder. De pronto, cuando la fiesta estaba por llegar a su fin, Sinón dejó salir a los soldados griegos armados del caballo, y abrieron el resto de las puertas al ejército que había vuelto con sus barcos e ingresaban también por la muralla rota. Los troyanos no pudieron defenderse y los griegos mataron a los guardianes, capturando e incendiando la ciudad, que finalmente fue destruida
El caballo de Troya.
Había una vez un rey llamado Príamo. Era el rey de Troya, una ciudad grande y amurallada. Príamo tenía dos hijos varones: Paris y Héctor. Paris era famoso por su belleza y Héctor se distinguía por su valor.
Un día, el príncipe Paris fue a la ciudad de Esparta y conoció allí a la mujer más bella de toda Grecia. Se llamaba Helena y era la esposa del rey Menelao. Paris quedó encantado por la belleza de Helena y decidió llevársela consigo a Troya.
Cuando el rey Menelao se enteró de que habían raptado a su esposa, lleno de furia convocó a todos los reyes de Grecia a declarar la guerra. Reunieron más de mil naves y muchísimos soldados y zarparon hacia Troya, desembarcaron frente a sus murallas y rodearon la ciudad.
Durante el día atacaban; por la noche descansaban para recuperar sus fuerzas. El griego más valiente era Aquiles. El más valiente de los troyanos era Héctor, hermano de Paris. La lucha era tan pareja que iban ya diez años de guerra y no había un ganador. Los soldados griegos, cansados de luchar, empezaban a pensar en volver a sus hogares.
Ulises, uno de los reyes griegos, no quería retirarse sin ganar y tuvo una idea. Siguiendo sus indicaciones, los griegos construyeron un enorme caballo de madera que tenía una escotilla escondida en el flanco derecho y en el izquierdo tenía grabada la frase: «Con la agradecida esperanza de un retorno seguro a sus casas después de una ausencia de nueve años, los griegos dedican esta ofrenda a Atenea», y dentro de él escondieron a muchos soldados. Todos los demás se subieron a sus barcos y simularon que volvían a Grecia, pero realidad, sólo fueron hasta una isla cercana.
Al ver esto, los troyanos grandes creyentes en los dioses, cayeron en el engaño. Lo aceptaron para ofrendarlo a los dioses, ignorando que era un ardid de Odiseo, el capitán de los griegos para traspasar sus murallas. Salieron de la ciudad a festejar y fueron hasta la playa. Todos se preguntaban qué significaba ese enorme caballo de madera.
Sinón, un espía griego, convenció a los troyanos para que metieran el caballo, explicándoles que era un regalo de Poseidón para Atenea (diosa de la guerra). Por la noche los troyanos decidieron entrar el caballo a la ciudad. Para ello, por su tamaño. tuvieron que romper parte de la muralla. Lo pusieron en la plaza central.
Hicieron una gran fiesta. Tomaron mucho vino, comieron y bailaron, sin imaginar lo que iba a suceder. De pronto, cuando la fiesta estaba por llegar a su fin, Sinón dejó salir a los soldados griegos armados del caballo, y abrieron el resto de las puertas al ejército que había vuelto con sus barcos e ingresaban también por la muralla rota. Los troyanos no pudieron defenderse y los griegos mataron a los guardianes, capturando e incendiando la ciudad, que finalmente fue destruida
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