(Tomados de sus cartas, proclamas y otros escritos)
- Los imperios fundados por la tiranía y sostenidos por la fuerza y el terror, deben caer con el estrépito de los cataclismos geológicos.
- La libertad se conquista con el filo del machete, no se pide; mendigar derechos es propio de cobardes incapaces de ejercitarlos.
- Protestaré con todas mis fuerzas y rechazaré indignado todo acto ilegal que pudiere intentarse vulnerando los sagrados fueros y derechos del pueblo cubano.
- No es una política de odios la mía, es una política de justicia en que la ira y la venganza ceden en favor de la tranquilidad y la razón, es decir, una política de amor…El lema que juzgo más elocuente para que luzca en la bandera de nuestra revolución, es Dios, Razón y Derecho.
- Una República organizada bajo sólidas bases de moralidad y justicia es el único gobierno que, garantizando todos los derechos del ciudadano, es a la vez su mejor salvaguardia…Inquebrantable respeto a la Ley y decidida preferencia por la forma republicana, he ahí concretado mi pensamiento político.
- Yo desearía para mi país un hombre que tenga la virtud de redemir al pueblo… sin haber tiranizado a sus redimidos… Nuestra aspiraciones son amplias, y en ellas caben todos los hombres, cualquiera que esa su modo de pensar y el juicio que formen de las cosas.
- El porvenir de Cuba le pertenece a un pueblo entero y no tenemos derecho a disponer de él en discordia con sus intereses político-sociales.
- Muévenos sobre todo el triunfo del derecho de todas las generaciones que se sucedan en el escenario de nuestra Cuba.
- Siempre estaré al lado del principio racional, aunque para ello necesite estar de frente con las condiciones del actual momento.
- Cuba no debe ni puede esperar soluciones extrañas; su porvenir está en hacerse reina absoluta de sus destinos y recoger a sus hijos proscritos por la tiranía de su opresor.
- Con la soberanía nacional obtendremos nuestra naturales derechos, la dignidad sosegada y la representación de pueblo libre e independiente.
- Quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha.
- Lo único que yo aceptaría gustoso de mis enemigos fuera el sangriento patíbulo.
- Que difiramos en la forma no quiere decir que dejemos de trabajar en favor de la causa; por el contrario, debemos hacerlo buscando la unión, pues de las ideas compartidas en armonía resulta mejoramiento, contribuyendo a engrandecer la obra común.
ANTONIO MACEO
Escrito por José Martí en 1893 después de un viaje a Jamaica, donde visitó a la madre y a la esposa del general Maceo.
De la madre, más que del padre, viene el hijo, y es gran desdicha deber el cuerpo a gente floja; pero Maceo fue feliz, porque vino de león y de leona. Ya está muriéndose Mariana Grajales, la madre, la viejecita gloriosa en el extranjero, y todavia tiene manos de niña para acariciar a quien la habla de la patria. Levanta la cabeza arrugada, con un pañuelo que parece corona. Y uno no sabe por qué, pero se le besa la mano. A la cabecera de su nieto enfermo, habla la anciana de las peleas de sus hijos, de sus terrores, de sus alegrías. Acurrucada en un agujero de la tierra pasó horas mortales, mientras que a su alrededor se cruzaban sables y machetes. Vio erguirse a su hijo Antonio, sangrando del cuerpo entero, y con diez hombres desbandar a doscientos españoles. Y a los viajeros que en nombre de la causa de Cuba la van a ver a Jamaica, les sirve con sus manos y los acompaña hasta la puerta.
María Cabrales, la esposa de Maceo, quien es una nobilísima dama, ni en la muerte vería espantos, porque le vio ya la sombra a la muerte muchas veces. No hay más culta matrona que ella, ni hubo en la guerra mejor curandera. Dijo en una ocasión, cuando faltaban mujeres en el campo de batalla: "Y si ahora no va a haber mujeres. ¿quién cuidará de los heridos?" Con las manos abiertas se adelanta a quien la visita y le lleva esperanzas de su tierra. De negro va siempre vestida, pero es como si la bandera cubana la vistiese. ¡Fáciles son los héroes, con tales mujeres!
En Costa Rica vive ahora Antonio Maceo. De vez en cuando sonríe, y es que ve venir la guerra. Todo se puede hacer. Todo se hará a su hora. Y hay que poner atención a lo que dice, porque Maceo tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo. Firme es su pensamiento, como las líneas de su cráneo. Su palabra es de una elegancia artística que le viene de su esmerado ajuste con la idea. No deja frase rota, ni usa voz impura, ni vacila cuando lo parece. Ni hincha la palabra nunca ni la deja de la rienda. Pero se pone un día el sol, y amanece al otro, y el primer fulgor de por la ventana sobre el guerrero que no durmío en toda la noche buscándole caminos a su patria para hacerla libre. Con el pensamiento la servirá, más aún que con el valor. En el general Maceo son naturales el vigor y la grandeza.
QUIEN ERA MACEO
Eugenio María de Hostos, el famoso escritor y maestro puertorriqueño que tanto hizo por la causa de la libertad de Cuba, conoció a Maceo en Santo Domingo. Al enterarse en 1896 de la muerte del cubano publicó este artículo en El Propagandista, de Caracas.
Ha estado siempre tan presente en los campos de batalla; entró tan pronto en la guerra; organizó con tal tino el ejercito de Oriente; secundo con tal brío a su gran jefe y gran amigo Máximo Gómez, en la pasmosa marcha de Oriente a Occidente; su entrada en Pinar del Río fue tan atrevida: su patente superioridad intelectual, como soldado en guerrilla y en batalla; su ímpetu en el combate; su vigilancia en el campamento; el brillo de sus virtudes de guerrero ha sido tan favorable, que la gloria militar del soldado ha eclispsado al ciudadano.
Pero Maceo, antes que todo y más que todo, fue un ciudadano. A sus cualidades de patriota ciudadano debió sus cualidades de guerrero; a su patriotismo, su vehemencia; a su civismo, su constancia; a su deseo de justicia, su clemencia; a su ansia de libertad, su entusiasmo; a su ardentísimo anhelo de igualdad, el popular ejercicio que hacía de su superioridad.
Antes de esta revolución, en que soló la gloria de Máximo Gómez ha competido con su fama, estuvo Maceo en otra revolución más larga que exigió de él esfuerzos mayores.
La familia de Maceo era una familia tipo. Eran ocho y ya no quedan sino los retoños; los ocho, según parece, han muerto por su patria. La madre que quedó sola al frente y al cuidado de sus hijos, es singularmente alabada y respetada de los que la conocieron: Martí, en una de las últimas páginas que escribió, habla de aquella madre que enseñaba a sus hijos a acostumbrarse a la idea de morir por su patria, y que les ponía por sí misma los arreos del combate, Martí habla de ella como de una matrona romana.
En aquel hogar de patriotas, de soldados, de ciudadanos y de héroes, el patriota por excelencia, el soldado más tenaz, el ciudadano más perfecto, el héroe más brillante, es el que acaba de caer al golpe de la fatalidad.
MACEO EN LA POESíA
La admiración de los cubanos por el general Antonio Maceo hizo que los poetas cantaran sus glorias. A continuación aparecen algunos ejemplos de composiciones poéticas dedicadas a él.
El combate de Mal Tiempo
En verdes campos de caña, Hijos de Cuba y de España.
De hermosura sorprendente, Estos últimos, con saña,
Se encontraron frente a frente Atacaron prontamente
Al ejército valiente Y al divisarlas huyeron
Que en titánica porfía Los voluntarios del Guayo
Resuelto se dirigía
A la invasión de Occidente. Avanza la hueste hispana
Con bayoneta calada,
Rompen el fuego Las Villas, Y cae en una emboscada
Que a la vanguardia marchaban, De la infantería cubana.
Y al combate se lanzaban Arde la caña cercana,
Desplegados en guerrillas. Huyen las fuerzas contrarias
Avanzan por las orillas Y mientras descargas varias
De aquellos cañaverales, Estremecen la pradera
Los valientes orientales, Le quitamos la bandera
Tan bravos como jinetes, Al batallón de Canarias.
Y esgrimiendo sus machetes
Descargan golpes mortales. Sus cajas de municiones
En medio de aquel tropal. Quitamos al enemigos,
Y veloz como el deseo, Que maltrecho y sin abrigo
Parte el general Maceo Corría en todas direcciones.
Montado en blanco corcel. Los valientes escuadrones,
Todos lo siguen a él Arrementen prontamente,
Y con entusiasmo ardiente,
Que al enemigo acomete, Guardando aquellos pertrechos,
Y entre las balas se mete Exclamaban satisfechos:
Como exhalación radiosa, ¡Vivan Las Villas y Oriente!
Mientras que con voz imperiosa
Manda cargar al machete. Esta acción que preludió
El éxito de Occidente,
Esas legiones de Oriente, A la fama independiente
Cuyas proezas bendigo, De gloria y honor cubrió.
Arrollan al enemigo, Frente a frente se venció
Que huía cobardemente. En aquellos verdes llanos
La retaguardia impaciente A los altivos hispanos
Partió veloz como el rayo, Que al fin el polvo mordieron
Y sin temor ni desmayo Con la carga que le dieron
Por la derecha siguieron En Mal Tiempo los cubanos.
Mal Tiempo, la altiva España,
Hace que el mundo se asombre,
Que su grandeza y su nombre
Se pierde en este campaña.
En el llano y la montaña
Desafiamos su insolencia,
Pues nos dicta la conciencia
Cumplir con nuestro deber,
Hasta llegar a obtener
De Cuba la independencia.
(1895; "Un vate en campaña" La nueva lira criolla, La Habana, 1903)
Himno A Maceo y a la invasión
Muera, muera el cobarde tirano,
Que prisión y castigos inventa;
Para el noble cubano que intenta
Por la patria ganar libertad.
¡Vive Cuba, y abajo el gobierno
Que en mi patria comete atropellos!
¡Dinamita y machete con ellos,
Cuba libre muy pronto será!
Cuba mía, despierta a tus hijos,
Y que colmen tu ardiente deseo;
Ha llegado el guerrero Maceo
Con diez mil bayameses aquí.
Orientales, cargad al machete,
Golpe fiero y veloz como el rayo;
Que no quede ni un solo cipayo
Descendiente del Cid y Colón.
¿Veis a aquel ciudadano que viene
Cobijado en cubana bandera?
Es guerrero que a Cuba venera
Y odia a muerte al cobarde opresor.
A la vista del noble caudillo
De las fuerzas cubanas de Oriente
Brota el grito patriota y ferviente
¡Cuba libre, o morir con honor!
Su retrato mi mente recuerda,
Caballero en corcel prodigioso
Y la enérgica voz del coloso
Hoy repite con fiel expresión.
Despertad, despertad, que ya es hora
De empuñar el machete en las manos:
Vengan, vengan aquí los cubanos
A ganar con honor libertad.
A la vista de noble bandera,
Blanca, azul, con estrella, y punzó;
Patriotismo cubano estalló
Desde Oriente cruzando a través
Dando vivas a Cuba y sus hijos
El cubano al contrario acomete;
Manejando el cortante machete
Que a su patria dará libertad.
(1896, "E.M.G.; La Nueva lira criolla, La Habana, 1903.
4 de junio de 1896; "Un mambí macho," desde Santo Domingo
El machete [de Maceo]
Te recogió herrumbroso en el sendero
Membrudo brazo de ejemplar cubano;
Limpió to herrumbre el patriotismo sano,
Y brilló cual relámpago tu acero.
Blandiéndote el patriota altivo y fiero,
Trocóse en el horror del bando hispano,
Terrible el golpe, el filo soberano,
El antes dócil e industrioso apero.
Hoy, entre el batallar y la pelea,
Mientras la rabia sórdida arremete,
Surge a tu paso la inmortal idea;
Y es en vano si ciego la acomete
La tropa hispana en infernal ralea,
Porque vence terrífico el machete.
(1896, Enrique Hernandez Miyares)
Antonio Maceo
Vino de las montañas del indomable Oriente
Descendió a las llanuras del bravo Camaguey,
Y como alud que tala, cual bramador torrente
Cayó sobre las tropas de la española grey.
Erguido sobre el blanco bruto de piel luciente
Cruzó en pos de la gloria el suelo siboney,
Y en las Villas, Matanzas, La Habana y Occidente,
Derrotó a los heroicos defensores del rey.
Tenía el alma hecha para domar leones,
Invencible en Mal Tiempo, batió los escuadrones
Aguerridos y bravos de la inmortal nación.
Y cayó en Punta Barva, ungido por la gloria,
Y héroe que escribiera de América en la historia
El capítulo heroico, ¡La Invasión!
(1908, Juan Guerrra Núnez)
San Pedro
Al fin cayó el león; aquí la historia
Hubiera vuelto con cariño arredro:
Este fue su Tabor; este San Pedro
Le abrió las puertas de la misma gloria.
Aquí finalizó su ejecutoria,
La progresión gigante de su medro
Aquel titán de robustez de cedro,
Aquel rebelde de feliz memoria.
Y aquí, en el delirar de su agonía.
Se juzgó necesario todavía
Para las libertades y la guerra,
Sintióse derrotado por la suerte
Y clavó las espuelas en la tierra
¡Para cargar contra la misma muerte!
(1919, Rubén Martinez Villena)
Punta Brava
Punta Brava: cubanía La risa de una bandera.
Del ancho de tu apellido, Te conocí en el dolor
Te sé por el surco herido De una calle abandonada,
Que sembró tu rebeldía. Me llenaste la mirada
Vienes a mi poesía Con una niña de amor.
Hermana del zapateo, Me dijo tu alrededor
Lavada en aquel deseo Un libro de luz, escrito
De sol ávido de altura, Cuando la vena de un grito
Con que te regó la pura Se rompió en claveles rojos.
Sangre de Antonio Maceo. Y se apagaron los ojos
De Maceeo y de Panchito.
Pueblo para la conción
De un inventado sonido Maceo: bronce y crisol
En tu altar hecho latido Y yunque,todo en un hombre,
Arrodillo el corazon. Hizo símbolo tu nombre
Te siento en el almidón Frente al verdugo español.
Que plancha mi guayabera; Pero asesinado el sol
Y estas en esta quimera En cielo de tierra esclava.
De tocar el firmamento, Un fusil cruzó con lava
Que sabe decirle al viento
El Diciembre más ingrato, De la patria de su amor,
Cuba: corazón mulato, Aquel hombre tan valiente,
Se desangró en Punta Brava. Ya con la estrella en la frente,
Había escuchado el clamor,
(Francisco Riverón, El caimán Y se dijo: ‘Yo no creo
sonoro, La Habana, 1958) Que vivir más ya pudiera’,
Y abrazo a su bandera
Maceísmo A morir see fue Maceo.
"La libertad se conquista Hoy sufre otra tiranía
Con el filo del machete", El cubano allá en su tierra.
Pensaba el héroe jinete Y al futuro se le cierra
Con su armadura ya lista. La esperanza que traía.
Pasó a su vida revista, Habrá que ir al Cacahual
La vio digna, lo vio bella, Por el machete oriental
La besó y le dijo a ella, Que ayerr derrotó al tirano,
Generoso y decidido: A que lo empuñe el cubano
‘¡A ti ya naddaa te pido, Tras su bravo General.
Quiero en mi frente una
[estrella!’
(1996; "Un guajiro de Hialeah",
Miami, Florida)
No comments:
Post a Comment