Angélica Mora
Florida
Quien ame la Libertad, la Justicia y los Libros tiene que haber querido a José Ramón Abalo Pérez, quien falleció el viernes 7 en la capital cubana y quien tenía esa prioridad impresa en su ser durante toda su vida.
Conocí a "Pepe Abalo" en mis tiempos en Radio Martí a fines de la década de los 90, cuando lo llamábamos para que nos despachara noticias desde su pequeña vivienda.
Sus preocupaciones eran dar a conocer las violaciones a los derechos humanos, no sólo de los activistas, sino de la población cubana en general.
Su voz se intercalaba con la risa cuando trataba de aligerar las conversaciones telefónicas con chistes o anécdotas, que contaba con enorme gracia.
Le indignaba saber de casos de injusticias y, aunque sufrió una gran persecución personal por su activismo, era la suerte de los demás la que lo inquietaba. Por eso se hizo partícipe como algo propio en denunciar la redada de la Primavera Negra del 2003, cuyos detalles supe cuando ya estaba fuera de Radio Martí y de la VOA, pero que él quéría que denunciara de todas maneras "a quien quiera oirlo, Angélica...".
Su fascinación con los libros fue otro vínculo que teníamos y podríamos haber hablado por horas sobre autores y obras.
Abalo recogía casi con misticismo, los libros que llegaban a sus manos y así fue como pensó que era justo que otras personas gozaran con su lectura.
Con esa idea creó su modesta biblioteca, llena de volúmenes gastados que el procuraba con sus escasos recursos en ferias o como apreciados regalos; y a los que tenían acceso todos los que amaran la literatura.
Su casa fue el oasis en medio de la lucha pacífica de los disidentes de varias generaciones.
Con 72 años nos deja, luego de su propia batalla contra el cáncer a la garganta, que nunca silenció su palabra.
Hoy sigue su espíritu acompañándonos y guiándonos por la buena senda.
Nunca lo olvidaré, ni sus últimas palabras cuando supo de mi enfermedad y me inspiró a seguir luchando.
Dios lo tenga, en su Descanso Eterno.
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