Saturday, April 17, 2010

JOSE JUARA SILVERIO: A 49 años de aquel 17 de abril

Por Julio Gonzalez Rebull

Con la frecuencia propia de los años vemos que los protagonistas de la invasión de Bahía de Cochinos vamos desapareciendo y el hecho histórico tiende a morir en el olvido, la apatía y el desconocimiento de las nuevas generaciones.

Jamás hubo ni habrá una acción en la lucha por la libertad de nuestra Patria que uniera a 2,000 jóvenes, la edad promedio de los brigadistas era 22 años. Estos hombres dejaron esposas, hijos y madres y partieron hacia lo desconocido con el firme, claro y patriótico deseo de liberar a Cuba. Así se escribió un episodio sublime y heroico en el teatro continental de nuestra América.

Tan doloroso como la traición sufrida y el olvido de muchos, es la reacción de algunos ``hombres nuevos'' creados por Castro que al llegar al exilio --me ha pasado a mí y a muchos otros-- y conocer a un brigadista nos dicen: ``Se ve que usted es una persona decente, no un mercenario''. Ese vil veneno fue lo que les dijo y enseñó durante años la maldita revolución y muchos nacieron con ella. Quiero pensar que en la mayoría de los casos ni se les puede culpar porque crecieron oyendo mentiras como esa. Algunos ya se han desintoxicado del inmenso adoctrinamiento y mentiras que los comunistas les inyectan desde la más tierna edad.

Cuando participamos y enseñamos al mundo en aquella acción del 17 de abril de 1961, que costó la vida de más de 100 jóvenes brigadistas, le señalamos al mundo cómo en el corazón de América se había implantado una dictadura comunista que ponía en peligro a todo el hemisferio occidental. Nadie nos escuchó. Aunque pensamos que al menos nuestro ejemplo serviría para que no sucediera en otros países.

Tristemente no ha sido así.

Sería un pecado mortal que un 17 de abril pasara inadvertido, como un día más en el que nos reunimos los que aún vivimos en nuestro monumento para oír el pase de lista de nuestros muertos, mártires de la Patria, secarnos una lágrima y después sonreír al reconocer a algún compañero de armas y darnos el abrazo fraterno de los que pasaron juntos momentos muy duros durante el entrenamiento, la invasión o los 22 meses de cárcel.

No importa los años que hayan pasado o que el paso del tiempo haya golpeado nuestro físico y muchos ya no podamos ser paracaidistas, miembros de la infantería, pilotos de combate, miembros de la marina o de los comandos de infiltración. Al igual que 49 años atrás cuando ya habíamos sido abandonados y no quedaban municiones, ni comida ni agua, la mitad de nuestros aviones habían sido derribados y gran parte de nuestros barcos hundidos, el honor, la valentía y el patriotismo prevalecieron cuando ``nuestros aliados'' preguntaron si queríamos ser evacuados de la zona de combate, por la radio retumbó con la firmeza de los que no nos rendimos la respuesta: ¡Jamás abandonaremos nuestra patria!

Aún 49 años después así nos sentimos, ese patriótico gesto de héroes ha quedado en las páginas de la historia como ejemplo de dignidad ante un mundo cobarde y traidor, ante la tragedia que sufre Cuba hace 51 años.

Mi más profundo respeto para esta fecha, una oración para nuestros mártires y un abrazo fraternal para mis hermanos brigadistas.

Miembro de la Brigada 2506.

JOSE JUARA SILVERIO: Recuerdos de Playa Girón



Recuerdo el 16 de abril de 1961, en Puerto Cabezas, Nicaragua, cuando junto a los 179 paracaidistas de la Brigada 2506, me avituallé con los 250 tiros para mi fusil M-1 Garand; recuerdo a mis compañeros de escuadra, el jefe de la misma, Eufrasio Alemán, muerto posteriormente en combate, Verita, con igual triste suerte, Carlos Onetti, Eliber Hernández, Donato Soto, ``el flaco'' Sánchez Valdés, Arosamena, el ``gallego'' Lage.

Subimos a los aviones que nos llevarían a pelear por nuestra patria. Diez meses antes, me había graduado de bachiller en el Colegio De La Salle, y ahora, once de nosotros, convertidos de estudiantes en soldados, nos dirigíamos hacia la Batalla de Girón.

Llegando a costas cubanas, nuestro avión fue atacado por un caza enemigo. Nuestro piloto descendió entre los barcos de desembarco y el piloto comunista le siguió en esa maniobra y fue derribado por el fuego cruzado de nuestros barcos. Nos lanzamos a 500 pies de altura, mientras el enemigo nos disparaba. Germán Kosh y Hernández Cata murieron en el aire, antes de pisar tierra cubana.

Avanzando hacia el norte, por poco mato a Ravelo, paracaidista que habían enviado a hacer contacto, pensando que era un enemigo. Siempre que lo veía en el Versailles, brindábamos por mi mala puntería.

Continuando nuestro avance para romper el cerco a los paracaidistas de la Compañía B, nos reforzó un tanque y avanzamos hacia el combate. El cañón no funcionó y el tanquista empezó a disparar con la ametralladora calibre 50. Saltamos del tanque y disparé contra un miliciano detrás de un árbol. Me quedé quieto. Alemán avanzó hacia el cuerpo inerte que ya tenía la boca llena de hormigas y me gritó: ``Mataste a un muerto''.

Estábamos a tiro de piedra de Covadonga. Nos retiramos a los pantanos y a las 6 a.m., defendiendo la carretera que va a San Blas, llegó la avanzada comunista con varios blindados y camiones. A mi izquierda, Pepe Buttari y Lage. A mi derecha, Raúl Martínez Urioste. Un enemigo disparó varios tiros de trazadora y yo inmediatamente le disparé los 8 tiros del Garand. No sé si lo maté o le di un susto, pero nunca más dispararon desde allí.

Vi al flaco Valdés y a su ayudante, Jorge García Villalta, otro de nuestros mártires, avanzar hacia el enemigo, en un acto heroico, para disparar su bazuca contra un blindado. El impacto fue directo.

Fuimos a San Blas y al ver unas matas de plátano, fui a ver si había algún racimo, no lo había y me retiré a tiempo: segundos después cayó un cañonazo en aquel platanal. En la noche nos retiramos al sur. El enemigo siguió cañoneando aquellas posiciones hasta que al abrir la alborada un avión nuestro los atacó y comenzamos nuestra ofensiva, mientras los comunistas se retiraban desordenadamente. Recuerdo que nos ordenaron ir a Girón.

Ya en la playa me encuentro con mi primo Joaquín Silverio y en eso oímos el sonido de dos obuses de 105 milímetros sobre nuestras cabezas. Recuerdo el grito de: ``¡José, tírate al suelo!'' Milagrosamente me envolvió una nube de polvo y arena sin herirme.

Al llegar a Girón veo los morteros del Batallón 2. Y cuando Oliva radió las nuevas coordenadas a Gabriel Oti, Feliz López y Pepe Hernández, el chino Argüelles disparó el mortero y dijo: Comuníquenle a Oliva que ese fue el último tiro que nos quedaba''.

espués, tratando de llegar al Escambray, era Rafael Del Pino quien ametrallaba la carretera y recuerdo que le disparé, inútilmente, los últimos tiros que me quedaban. Vi a Lucio, el armero, herido, lleno de sangre y pidiendo agua, y le dejé mi cantimplora.

Continuando nuestra marcha al este nos encontramos con el primer cerco enemigo. Con Ramón Cora, Kike Fernández Morell, Zanabria y García Meitin, comencé a nadar protegido por la costa de diente de perro. Mi fusil se hundió en aquel mar azul y traté sin éxito de recuperarlo. Volvimos a tierra.

Era nuestro tercer y último día de combate. Habíamos disparado hasta el último tiro. Sólo quedaba la ilusión del Escambray, imposible por estar rodeados por una fuerza enemiga en proporción numérica de 60 contra 1.

Son algunos recuerdos de esa gesta y vivo orgulloso de haber intentado la liberación de mi país.

Ingeniero exiliado cubano que reside en Key Bicayne. Fue paracaidista de la Brigada 2506 en Playa Girón.

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