sábado 24 de julio de 2010
Yo comencé a ir a la escuela tres años después de que fuera terminada en La Habana una réplica exacta de la famosa Bastilla; mas todo ello con el único fin de atacarla esta vez con tácticas mejores que aquellos locos franceses. Los líderes rebeldes decidieron escoger un día que no fuese el catorce de julio; porque ya julio tenía asignado su propia fecha gloriosa. Pero régimen de terror ‒recién establecido‒ necesitaba la escasez para poder perpetuarse y, aún a estas alturas, hecha toda una ruina, La Habana continúa en pie de guerra. Por eso todavía no conozco la abundancia; porque, todos los años, el nuevo gobierno anunciaba una crisis y el extraño acoso de ciertos enemigos.
En mis años de estudiante, todo escaseaba: hasta el papel. Entonces al improvisado ministro de Educación se le ocurrió rescatar la moda de los palimpsestos. Cada niño entonces sólo tuvo un cuaderno desde el primer grado hasta el sexto y desde la secundaria hasta la universidad.
Últimamente, cuando casi estoy a punto de ponerme viejo, me ha dado por recapitular los eventos más importantes de mi vida. De ahí que haya podido reconocer en mí conductas más bien raras desde mi primera infancia. Pero ‒¡claro!‒ ahora caigo en cuenta: mi libro de Aritmética había sido impreso sobre mi libro de Geografía y luego el de Biología sobre el de Historia… y lo mismo ocurrió en los grados superiores con las asignaturas de Economía y Filosofía ‒la una sobre la otra. A su vez, estudié los complicados textos de Lingüística y Semiótica encima de los de Historia de la Literatura de la Revolución Cubana que incluían, más que todo, las encendidas arengas de Nuestro Gran Camarada.
Osvaldo Raya ©
Osvaldo Raya ©
Siempre Osvaldo nos envia un mensaje que nos hace meditar y reconocer la verdad del sistema comunista.
ReplyDeleteGracias, Osvaldo.