El lunes 31 de enero, el Tribunal Provincial de La Habana impuso condenas de entre 5 y 15 años de privación de libertad a los 13 acusados por las muertes, por hambre y frío, de 26 pacientes del Hospital Psiquiátrico, situado en las afueras de la capital. Los hechos ocurrieron en enero de 2010.
La sanción más alta, 15 años, fue para Wilfredo Castillo, director del Psiquiátrico. El vicedirector fue condenado a 14 años y la especialista en dietética, a 12 años. Como autores del delito de abandono de incapacitados y desvalidos, los vicedirectores de clínico-quirúrgica y de enfermería, fueron condenados a 10 años cada uno. La responsable de psiquiatría, recibió una pena de 7 años.
Por malversación, las condenas oscilaron entre los 6 y 10 años y los imputados fueron siete empleados que ocupaban cargos subalternos en el hospital, como jefes de almacén, cocina, comedor y nevera, entre otros. Además, el Tribunal dictó una multa para la jefe de la farmacia del centro, por “incumplimiento del deber de preservar los bienes de entidades económicas”.
Todos los sancionados podrán recurrir ante el Tribunal Supremo Popular. La sentencia también indica que “fuera del proceso judicial se impusieron también severas sanciones administrativas contra otros responsables colaterales”.
Lo anterior, en síntesis, son los resultados del juicio celebrado entre el 17 y 22 de enero. Un juicio que fue un teatro mal pintado por la prensa oficial, que intentó adornar con tecnicismos jurídicos lo que todos sabemos: el descalabro de la salud pública, la debilidad del sistema jurídico, la corrupción imperante en todos los sectores de la vida nacional y la hipocresía de los medios de comunicación.
Lo anterior, en síntesis, son los resultados del juicio celebrado entre el 17 y 22 de enero. Un juicio que fue un teatro mal pintado por la prensa oficial, que intentó adornar con tecnicismos jurídicos lo que todos sabemos: el descalabro de la salud pública, la debilidad del sistema jurídico, la corrupción imperante en todos los sectores de la vida nacional y la hipocresía de los medios de comunicación.
El periódico Granma omitió la cifra de implicados y fallecidos, pero dio detalles sobre el número de testigos examinados por el Tribunal y las especialidades de los miembros de la comisión creada tardíamente por el ministerio de Salud Pública para investigar las causas y condiciones que generaron “las muertes ocurridas”.
¿Habrán visto los jueces de la Sala Segunda de lo Penal del Tribunal de La Habana, las fotos de los fallecidos que subrepticiamente circularon por la ciudad? Pieles laceradas por golpes, evidencia de maltratos físicos. Rostros que en vano intentaban protegerse del frío cuando el rigor de la muerte los alcanzó. Cuerpos famélicos, que recibieron severos castigos porque su inconsciencia no les permitía percibir el abandono y protestar por ello.
El hambre los azotó con la misma dureza que sus enfermeros y médicos, a quienes posiblemente el cansancio por tan duro trabajo y las necesidades materiales les robó la sensibilidad humana. A ese abandono, Granma lo llamó “insuficiencia en el cuidado de los pacientes”.
“La fiscalía alegó que los implicados conocían que en el período invernal se produce un incremento de fallecidos por enfermedades respiratorias”, explicó el periodista. Sin embargo, “el cuadro encontrado en la evolución clínica” reveló signos severos de desnutrición, anemia y avitaminosis.
Un frente frío, no provoca esos padecimientos. Los 26 enfermos mentales murieron a consecuencia de las bajas temperaturas, pero también por la falta de una alimentación adecuada, durante meses o años. En esas condiciones físicas, la muerte era cuestión de tiempo. El brusco descenso de los termómetros fue un catalizador, tal vez deseado.
Sí, terminó el juicio. Se dictaron sentencias, pero quedan muchas interrogantes.
¿No pudo evitarse el triste desenlace? ¿Ningún análisis médico reveló con anterioridad esos diagnósticos? ¿Qué hacían los funcionarios del gobierno y los miembros del partido comunista que laboraban en el centro? ¿En todo ese tiempo no pasó por allí ningún dirigente histórico? ¿No era el Hospital Psiquiátrico un objetivo estratégico de la revolución?
Una última pregunta: ¿dónde estaba José Ramón Balaguer, el ministro de Salud Pública en ese momento? A lo mejor se encontraba comiendo, bien abrigado y luego fue a dormir en una cama tibia. Mientras, una treintena de enajenados, pero que eran seres humanos, moría de hipotermia y desnutrición en una entidad del organismo que él dirigía.
Al igual que otros ministros incompetentes, fue destituido a fines de julio de 2010, pero continúa su trabajo en las altas esferas gubernamentales, como si nada. Sin disculparse, sin arrepentirse, sin reconocer públicamente su error. Balaguer forma parte de ese selecto grupo de intocables, hombres fieles a los Castro con derecho a saborear hasta el fin de sus días “la miel del poder”.
Quizá por eso el tribunal no obtuvo permiso para investigarlo. La justicia se concentró en los cocineros, empleados y directores del hospital.
Se cerró el telón. Asunto concluído. Dentro de unos días, nadie recordará los trágicos hechos. Gracias a la prensa oficial, que optó por disfrazar la miseria humana de un “sector que es orgullo y baluarte de Cuba y de muchos países del mundo”.
Laritza Diversent y Tania Quintero
Foto: Personas citadas esperan para entrar al juicio, celebrado en el Tribunal Popular de 10 de Octubre.
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