PRESENTA
LA RASTRA DE LA MUERTE - Año 1961
de la BRIGADA 2506
Del nombre Brigada 2506.
Se debe al accidente acaecido en los campamentos de entrenamiento en Guatemala, de un miembro de la Brigada que llevaba el número 2506.
ANTECEDENTES
En al madrugada del 17 de Abril de 1961, unos mil doscientos cubanos exiliados desembarcaron por la costa sur al centro de la Isla de Cuba (ver mapas en Menú), con el propósito de establecer una cabeza de playa y, de acuerdo a los planes, a los tres días nombrar un gobierno cubano en armas. Dicho gobierno contaría con el respaldo de la Administración del Presidente de los Estados Unidos, J. F. Kennedy, el cual había financiado y entrenado en Guatemala y Nicaragua a la Brigada 2506.
Después de tres días de intensos combates, donde perecieron más de cien brigadistas y cientos de integrantes de las fuerzas del gobierno comunista de Cuba, debido a que se le acabaron los pertrechos de guerra, y a la palabra incumplida por parte del gobierno del Presidente Kennedy, el de darle protección aérea, la jefatura militar de la Brigada 2506 rompió los equipos de comunicación donde conminaban a sus "aliados" dicha cobertura aérea, y ordenó la retirada.
Desde ese momento de orden de retirada, comenzaron a ser tomados como prisioneros de guerra cientos de los integrantes de la Brigada 2506, mientras otros podían internarse en los pantanos de la zona y mantenerse escondidos entre la tupida vegetación.
Los Sucesos.
El día 22 de Abril, las fuerzas del gobierno marxista agruparon en el teatro de operaciones a un gran número de miembros de la Brigada 2506 capturados, y bajo la supervisión del comandante comunista Osmany Cienfuegos, comenzaron a montar en una rastra a los brigadista 2506, hasta llegar a más de cien, donde algunos se encontraban heridos.
Al momento en que los militares del Gobierno iban a cerrar la puerta de la mencionada rastra, y la cual era de aluminio, algunos de los Prisioneros de Guerra protestaron, puesto que al cerrarse no tendrían ninguna ventilación, a lo que el Comandante Osmany Cienfuegos les manifestó: -“Si se mueren, mejor así, pues no tendremos que fusilarlos”-.
La Rastra partió hacia La Habana con una temperatura promedio de 80 grados Fahrenheit afuera, en el interior de la rastra ciento y ... grados. Ya a la altura de la ciudad de Colón, el ambiente dentro de la Rastra era aterrador, faltaba el aire, el intolerante calor enrarecía las mentes, moría uno, otro y otro; buscaban, arañaban con las hebillas de los cintos, con las uñas, el piso y las paredes de aquel siniestro ataúd gigante. -“Traerlo aquí, que hay una pequeña rendija para que respire”- le decía a un compañero que se encontraba cerca de uno de los heridos moribundos. HORROR, patético horror de aquellos hombres que habían ido a luchar por un ideal democrático. Hombres, soldados que en su condición de Prisioneros de Guerra, hacían llenarse de bochorno y vergüenza a los engavetados papeles de la Convención de Ginebra.
Que tiempo había transcurrido antes de que la rastra se detuviera, un día, una semana, un mes; para aquellos hombres ya el tiempo no contaba. Pero si, era cierto, la Rastra de la Muerte se encontraba sin movimiento. -“Ha fallecido otro compañero”-, grito uno que se hallaba al final de la Rastra. No se había terminado de oír la infausta noticia, cuando en elocuente discurso de asesinato, comenzaron a escucharse disparos. -”Todos al suelo, que nos están tirando”- Al terminarse los disparos, se oyó una voz que desde afuera, les expresaba: -”Aquí en Matanzas los vamos a matar, antes de que lleguen a La Habana”-. La Rastra de la Muerte continuó su fúnebre, holocaustico recorrido hacia La Habana.
Al llegar a La Habana y abrir sus puertas frente al Palacio de los Deporte. con la vergüenza reflejada en el rostro de algunos milicianos y la bestial e inhumana sonrisa de otros, uno tras otro fueron sacando de la RASTRA DE LA MUERTE, los cadáveres de estos Mártires cubanos.
-- -- -- -- -- -- -- -- PROHIBIDO OLVIDAR
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